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Pero la propaganda duró poco, ya que la función 46 solo aumentaba un 1,3% en 2014, por debajo de la inflación prevista. Aunque el gasto real se incrementó un 6,5%, con 146,9 millones de euros (M€), estos daban cuenta del crédito adicional de 104 M€ inyectado al sistema en julio de 2013 para evitar el colapso del CSIC y permitir la convocatoria del Plan Estatal, completado con el resto del rescate del CSIC hasta 95 M€, que se hizo efectivo en octubre. Por tanto, en realidad en 2014 hubo menos dinero disponible que en 2013.
Los PGE 2015, presentados de nuevo como los “presupuestos de la recuperación” por el ministro del ramo, ni siquiera intentan disfrazar el desprecio del Gobierno por las políticas de I+D+i. La situación del sistema, con menos dinero, reducción masiva de las plantillas de jóvenes investigadores y técnicos que desaparecen del sistema al término de sus contratos, laboratorios desiertos, plantillas envejecidas mientras los jóvenes emigran, tasas de reposición ridículas que ni siquiera se cumplen, convocatorias aplazadas cuando no anuladas, universidades y OPIs en estado de hibernación, el CDTI congelado, no han logrado modificar el presupuesto 2015.
Como ejemplo evidente, el gasto total en I+D+i respecto al PIB ha disminuido desde el 0,92% en 2009 hasta el 0,59% en 2015, nada menos que un 36%, que nos devuelve al nivel del año 2001. Si miramos los porcentajes de gasto real, capítulos 1 al 7, de los que se nutre el sistema público de I+D, bajamos del 0,40% del PIB de 2009, al 0,22% en 2015; aquí hay que retroceder a 1983 para encontrar números similares. Ya no corremos como Alicia para estar siempre en el mismo lugar, ahora retrocedemos sin parar destruyendo en unos pocos años lo que nos costó 30 años construir.
A pesar de la magnitud de la contestación, de las movilizaciones de Carta por la Ciencia y de los colectivos que se siguen sumando a la Marea Roja de la ciencia, a pesar del acuerdo unánime de todos los partidos políticos en apoyar las mínimas reivindicaciones de aumento presupuestario que permitan salvar el sistema de ciencia y técnica, el Gobierno sigue haciendo oídos sordos. Seguirán intentando demostrar que la ciencia es una prioridad, pero la ciencia española muere con cada joven que se va. Lo peor es que esto ya no se arregla solo con dinero.
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