Actualmente, el cáncer es la enfermedad que más contribuye a la mortalidad y a la disminución de la esperanza de vida del conjunto de la población. El cáncer se ha convertido en la plaga de nuestros días. En España, en un año casi 200.000 personas son diagnosticadas de cáncer y mueren algo más de 100.000 personas (unos 66.000 hombres y 38.000 mujeres) y se espera que estas cifras continúen en ascenso. Más de un millón y medio de personas padecen cáncer en este momento en nuestro país.
Una parte de estos cánceres tiene su origen en exposiciones laborales, aunque esto no aparezca recogido en las estadísticas oficiales de Enfermedades Profesionales, que reconocen únicamente unos cuantos casos al año. Sin embargo, las estimaciones más recientes y fiables indican que al menos una de cada diez muertes por cáncer tiene un origen laboral, lo cual se traduce en unas 10.000 muertes por cáncer laboral cada año en España.
También la exposición de los trabajadores y trabajadoras a cancerígenos y otras sustancias tóxicas, como los disruptores endocrinos, es una de las causas del cáncer infantil, cuyo importante incremento en España debería ser motivo de alarma para las autoridades sanitarias.
Cuando los cancerígenos dejan el lugar de trabajo ponen en riesgo a quienes entran en contacto con ellos, a través de la contaminación de las aguas y del aire, de los productos que consumimos y a través de la ropa de trabajo contaminada que llega a nuestros hogares.
En los medios de comunicación aparecen a diario noticias relacionadas con nuevos descubrimientos sobre el origen de la enfermedad y su tratamiento, reflejo de los enormes recursos dedicados a combatir el cáncer. Sin embargo, solamente una pequeña parte de los mismos se dedica a la prevención.
Las campañas preventivas públicas, por otra parte, ponen sistemáticamente el énfasis en los factores de riesgo individuales: tabaco, alcohol, dieta, falta de ejercicio, olvidando o relegando a un segundo plano las causas laborales y medioambientales del cáncer.
De los 375 agentes cancerígenos reconocidos por la Agencia Internacional del Cáncer (IARC) más de la mitad, 173, son cancerígenos laborales.
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